Datos personales

viernes, 10 de junio de 2011

Rosa de Kawasaki

El Origami es el arte japonés de recrear figuras con el papel, lo que aquí viene siendo la papiroflexia. Una de las filigranas más conocidas es la Rosa de KawasaKi, para los curiosos, dejo aquí un video de cómo hacerla. Os comento esto porque aparte de ser una bonita figura de papel, es también el título de una película checa (que nadie se asuste) de 2009 que os quería recomendar.



La peli se ambienta en la Chequia postcomunista obsesionada con lavar su pasado y ajustar cuentas con todos los colaboracionistas. En una sociedad como ésta, las nuevas autoridades necesitan construir un nuevo relato colectivo con el que legitimarse y destruir cualquier afinidad con el régimen anterior (curiosamente el primer presidente de la Chequia  democrática fue el más importante de sus escritores vivos, Václav Havel).  Se impone el esquema héroe-villano: sólo hubo torturados y torturadores.

Ante esta situación (y no contra), Pavel Josek, un médico reconocido por su valía científica y por su lucha contra la dictadura,  empieza a mostrar evidencias de que su pasado esconde un oscuro secreto. Como tiburones que huelen la sangre, primero su yerno y luego varios medios de comunicación, se lanzan a rastrear en su vida para dar con la “verdad”.

El final de la película representa el escarnio público del personaje, precisamente en la ceremonia en la que se le iba a premiar por sus años de lucha y trabajo. En apenas segundos asistimos a la caída del héroe, que se nos aparece como un ser ante el que nadie se reconoce, por el que es imposible sentir empatía. No valen de nada las vidas salvadas en su actividad profesional, ni las torturas ni los años de cárcel. Su papel se ha deslizado del bien al mal, sin transición posible, como no podría ser de otra forma en una sociedad binaria como ésta.

Una vez más vemos el poder de la política como creadora de evidencias y de marcos de referencia. En un plazo de apenas 20 años, se ha logrado reescribir la historia de un país, borrando de la conciencia colectiva que cientos de miles de checos estaban en nómina de los servicios de inteligencia, que millones fueron colaboradores pasivos de un régimen que se servía del miedo (a la tortura, a perder el trabajo, el status, o el coche), pese a que casi nunca necesitó hacerlo explícito.

 Pero el mensaje de fondo se nos descubre en la escena final, en la que un torturador confeso (y amnistiado) celebra junto a su familia su ochenta cumpleaños. Rodeado del amor y el respeto de los suyos, lo vemos como una figura entrañable, próxima, y lo es porque entendemos quien es y qué papel desempeña en este cuento. Igualmente acabamos entendiendo que Pavel Josek es odiado no por el pecado que cometió, ni siquiera por haberlo ocultado durante 25 años. Lo es por ser un ser fronterizo, imposible de ubicar en un esquema de buenos y malos. Se le odia por reflejar lo que somos: seres con miedo.

Las dictaduras son abominables precisamente porque nos recuerdan que no somos héroes

No hay comentarios:

Publicar un comentario