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sábado, 4 de junio de 2011

Mitos educativos

La Educación en nuestro país es uno de esos temas que se han apartado del guión de las discusiones diarias. Los acercamientos son siempre esporádicos, incompletos y llenos de lugares comunes; cosa lógica si el asunto es ajeno para la mayoría de la población. Estos tópicos pasan por ideas como que no hay consenso entre los partidos en política educativa, o que hace falta potenciar la autoridad de los profesores, o el que más me gusta:  el poco nivel de los alumnos (“yo a su edad ya hacía derivadas”).

Retrato Canalla del Malestar Docente, de Juan José Romera, de la Editorial Toromítico, es un libro que no pretende tanto volver a colocar en nuestro relato diario a La Educación, como ironizar sobre los mitos a los que antes aludía. La estructura del libro es bastante original pues, con la excusa de una colección de e-mails de una madre a su hijo, ella profesora veterana y “quemada” él empieza ilusionado en la profesión; va recreando la realidad que se da en muchos centros, en los que profesores (afortunadamente cada vez menos) asqueados de su profesión, acusan a las nuevas tendencias educativas de todos los males que asolan la educación patria, al mismo tiempo que recrean un pasado idílico (no por maravilloso sino porque nunca existió) en el que el profesor, respetado y docto, repartía enseñanzas a sus atentos y disciplinados alumnos.

El problema de los tópicos no es sólo que sean falsos, es que dificultan la toma de decisiones por parte de los poderes públicos, de tal forma que cualquier medida que se adopte tiene que dar respuesta a dos planos diferentes: los reales y los publicados. En concreto, en educación, cualquier iniciativa destinada a fomentar la comprensividad o la mayor participación de padres y alumnos en la vida de los centros, será considerada como una concesión más o como una nueva bajada del nivel (concepto éste que alguien me tendrá que explicar algún día).

Es curioso pero la medida educativa de más hondo calado social de La Democracia, que fue la extensión de la educación obligatoria y gratuita hasta los 16 años (como en el resto de Europa, por cierto),  es vista por los sectores más carcas de nuestra sociedad, como la causante del fin del Sistema Educativo tal y como ellos lo entendían, y afortunadamente tienen razón. 

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