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lunes, 4 de febrero de 2013

¿Y ahora qué?


La decisión que tomó ayer Rubalcaba de pedir la dimisión del  presidente del gobierno es un salto adelante que debe tener consecuencias dentro y fuera del partido. A nivel externo, las relaciones con el PP y el gobierno deben suspenderse, puesto que si se pide la dimisión del Presidente por las informaciones de El País, se da implícitamente veracidad a los papeles publicados, lo que convierte a Rajoy en un presidente ilegítimo incapaz de afrontar los retos que tiene por delante el país (las declaraciones de hoy de Rubalcaba sobre la cumbre hispano-alemana avalan esta teoría). Por otra parte, y siguiendo con las relaciones de puertas para afuera, la situación de emergencia nacional provocada por una crisis económica y política, como no se recuerda desde el fin de la Guerra Civil, obliga a un gran pacto de todas las fuerzas progresistas como ayer pidió Juan Torres.

A nivel interno, los procesos de elección de candidatos que se habían programado para después de las elecciones europeas deben adelantarse.  El 2012 se va cerrar con un déficit público en el entorno del 7,5% del PIB, lo que va a obligar, si se repiten las tensiones sobre la deuda soberana, a una nueva batería de recortes. Esto, sin duda, dará la puntilla a un Rajoy que ya no podrá escudarse en el argumento de la “Herencia”, diluida para entonces en casi dos años de gobierno. El PSOE no puede llegar a unas más que probables elecciones anticipadas sin una intensa renovación, y ésta, pese a que la lógica de que primero debe darse un debate de ideas y después de personas parece sugerente, debe empezar por la elección (no necesariamente cambio) de las personas sobre las que se va a visualizar el nuevo ideario socialista. No lo olvidemos, son valores humanos como la honestidad o la capacidad las que dan credibilidad a las ideas, y no al revés.

En la mano de Rubalcaba está que el PSOE siga el camino francés y se convierta de nuevo en centro de masas de la izquierda, y descarte la vía griega que lleva a ser identificado como  parte del problema y lo que es peor, a la irrelevancia.

sábado, 2 de febrero de 2013

La Legitimidad de Rajoy


Es cierto lo que dicen muchos comentaristas de la caverna de que no está totalmente probado que la cúpula del PP cobrara en “B” durante años. Es cierto que lo publicado por El País son indicios que deben ser confirmados con investigaciones posteriores. Es cierto que todos somos inocentes hasta que se demuestre lo contrario. Incluso creo que es cierto que la mayoría de la plana mayor del PP es gente, más o menos y a su manera, honrada.

Pero es que el debate no es si debemos encerrar o no a Rajoy en la cárcel. El marco sobre el que debe abordarse este asunto es únicamente político, no judicial, y si en este último se considera que el estado natural del individuo es la Inocencia, la esencia de la Política es la gestión de la Legitimidad del Poder.

Incluso en los acomodados países occidentales no se es presidente de nada porque así lo indique el boletín oficial de turno. Se necesita que una serie de rituales (elecciones, noche electoral, reconocimiento de la derrota por el adversario, jura del cargo…) se desplieguen, y tras esto, la labor fundamental de un mandatario es la gestión de La Legitimidad; porque es la que le va a permitir exigir sacrificios a la ciudadanía y convencerla de que tiene una idea de hacia dónde la lleva. Y es aquí precisamente donde Rajoy y su partido acaban de hundirse.

No es por su pasado por lo que debe irse, es porque no tiene legitimidad para gobernar ningún futuro.