Dos reflexiones me vienen a la cabeza después de ver “Infiltrators”,
película documental libanesa que describe los intentos de la población de
Cisjordania de cruzar el Muro de la Vergüenza.
A diferencia de otros muros, como el de Berlín, que impedía
escapar, o el que separa Mexico y USA, que impide entrar; el muro israelí está
diseñado no para de cercenar la ilusión de una vida mejor, como los dos
anteriores, sino para impedir lo cotidiano, las acciones rutinarias que como
comprar, rezar o visitar a los seres queridos, dan sentido a nuestras vidas. En este contexto, visitar a tu madre que vive
a apenas 15 kilómetros se convierte en una temeridad solo apta para jóvenes irreflexivos.
Pero impedir una vida normal en esta parte Palestina no es
un fin en sí mismo, es simplemente el vehículo, que junto a las continuas
humillaciones en los pasos fronterizos, pretende deshumanizar a la población
para que acepten definitivamente que la ocupación es para siempre, y que en el
reparto del escaso territorio ellos siempre se quedarán con los restos