Tras las elecciones de 2009, y con los dos grandes partidos
sumando apenas el 55% de los votos, todos los analistas pronosticaron el
hundimiento de los Volksparteien que
encarnan el consenso de Postguerra. Tras las elecciones del domingo, todo
apunta a que este muerto goza de muy buena salud: SPD y CDU/CSU rozan el 70% de
los votos.
Otra consigna
repetida por tirios y troyanos: Alemania parece inmune a los batacazos de los
partidos de gobierno en Europa. No es del todo cierto, Los Liberales del FDP,
el partido que más veces ha gobernado en Alemania (en coalición con los dos
grandes), se ha quedado fuera del parlamento.
Queda demostrado
que quien pacte con Merkel cavará su tumba. Le pasó al SPD en 2009 y ahora es
el FDP quien cosecha sus peores resultados en 70 años. ¿A quién podrán
convencer los conservadores para que se suiciden esta vez?
Después de estas
elecciones, el Parlamento Alemán es algo menos plural y paradójicamente más
inestable. Por cierto, si tenemos que buscar semejanzas con otro país europeo
nuestro viaje tiene que ir al Sur, a Portugal.
Como en Portugal,
en Alemania la Izquierda Alternativa ronda el 20% de los votos y está
escindida en dos partidos: Die Linke y Die Grünen, La Izquierda obrerista y las
Postsesentayochista.
Solo en Grecia (y en Moldavia donde gobiernan) tiene un peso
mayor esta izquierda alternativa. El oasis alemán es visto por millones de alemanes como un
infierno de bajos salarios, precariedad y desigualdad (Conviene leer el
artículo de Olivier Cyran en el número de septiembre de Le Monde Diplomatique)
Pero el resultado más sorprendente ha sido que desde antes
de conocerse los resultados, nadie llegó a plantear un gobierno tripartito de
izquierdas. Y no por falta de precedentes (en Berlín gobierna esta coalición),
sino por la falta de voluntad política de los socialdemócratas que, hace ya
mucho años, renunciaron a su tradición obrera para convertirse en un partido de
funcionarios y clases medias urbanas acomodadas.