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miércoles, 25 de mayo de 2011

Kansas no está tan lejos

Hay dos cosas que llaman la atención del estado de Kansas. La primera es que la ciudad de Kansas City (valga la redundancia) no está en él. La segunda es la escusa por la que escribo este post.
¿Qué pasa con Kansas?” de Thomas Frank, es un magnífico libro que bucea en las transformaciones sociales que ha vivido su estado natal desde los años treinta del pasado siglo hasta hoy. En la época inmediatamente posterior a la Gran Depresión, este Estado, uno de los más pobres del país, vivió el nacimiento de un potente movimiento sindical agrario. Por supuesto, no creamos que miles de bolcheviques poblaban sus grandes campos de girasol. La dramática bajada de los precios agrícolas  tras el Crac del 29, y el consiguiente empobrecimiento de los campesinos, obligó a éstos a unir sus fuerzas para por una parte controlar los precios, y por otra, conseguir que el gobierno federal se implicara en sus problemas.
En la actualidad Kansas es uno de los Estados Rojos, no, no es lo que piensas, más bien es todo lo contrario. Éstos son los Estados fieles al Partido Republicano en la Elecciones Presidenciales.
El autor nos explica cómo, en apenas 30 años, en un lugar pobre y atrasado (en el contexto americano) puede cambiar tanto el relato colectivo como para que la mayoría de la población vote, elección tras elección, por un partido que hace de la desaparición de lo Público, y por tanto de la defensa de los débiles, su enseña. La razón que alega Frank es que el marco de referencia, es decir, los temas que son tratados en la calle y en los medios han cambiado. El principio de “la unión de muchos en pos de un fin”, que es el axioma que hay detrás de cualquier proyecto colectivo; se ha ido cambiando por ideales individualistas: el hombre hecho a sí mismo, el vaquero solitario que desconfía de cualquier autoridad. Y todo lo anterior aderezado con la gran implantación de las iglesias evangélicas en el Estado, que propagan una moral retrógrada y absurda que ayuda a fijar ese marco del que antes hablaba, en posiciones tremendamente conservadoras. En el libro se nos narran situaciones tan absurdas como que legiones de pobres de solemnidad, lo que allí llaman basura blanca, se movilicen contra cualquier medida, ya sea estatal o federal que suponga una mejora en sus condiciones de vida por considerarla intervencionista.
Es curioso, pero mientras leía este libro, no dejaba de pensar en cierta parte del Sureste Español

1 comentario:

  1. Hola Paco, soy Luis Miguel, de Tobarra. Llevo leyendo tus escritos desde el primer día. Me parecen reflexiones muy interesantes, por ello me gustaría compartirlos con mi cuñado, profesor de historia, en el instituto de Moratalla (MU), siempre y cuando no tengas inconveniente. Es un tipo bastante formado y crítico.

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