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domingo, 9 de marzo de 2014

La otra reforma electoral

En las elecciones autonómicas pasadas, Izquierda Unida de La Región de Murcia necesitó 50.913 votos para alcanzar un escaño (el único) en la Asamblea Regional, mientras que al PP le bastó con conseguir algo más de 11.000 por cada uno de sus 33 diputados. En la Comunidad de Madrid la cantidad de votos por diputado, para los tres grandes partidos, fue prácticamente idéntica: entorno a 21.500.

Lo injusto como vemos de nuestra Ley electoral no es como se transforman los votos en escaños (en todo el territorio se usa la Ley D’Hont) sino el tamaño del territorio donde se da el reparto: en Murcia 5 circunscripciones y en Madrid sólo una. Es lógico pues que se pida una ley electoral más justa, que refleje más fehacientemente las preferencias de los electores. Pero ¿Es la ausencia de proporcionalidad el mayor problema de nuestro sistema electoral?

Volviendo a nuestra Región, el 22-M estaban llamados a las urnas en las elecciones regionales 974.899 electores, que debían elegir a 45 diputados, que gobernarán los destinos de 1.461.979 ciudadanos, de los cuales 1.157.433 son mayores de 18…Creo que debes volver a repasar los datos y comprobar que algo no cuadra. Sí, así es, en Murcia hay 182.534 personas, que viven, sienten y padecen, pero que NO estuvieron llamadas a las urnas. Si hubieran podido votar, el censo habría aumentado en casi un 20%.

La población extranjera en España supone ya 12% del total Tiene una tasa de actividad del 75,87% (porcentaje de población en edad de trabajar y que quiere hacerlo), casi 20 puntos superior a la tasa de los nacionales, y el paro se ceba con un 32% de ellos. Por regla general ocupan los trabajos peor remunerados (el 62% de los trabajadores dados de alta en el Régimen de Empleados del Hogar son inmigrantes). Además sufren un mayor fracaso escolar que los autóctonos, ya que sólo el 15%  de escolares (entiéndase aquí sobre los alumnos matriculados en la ESO) de otra nacionalidad alcanza el bachillerato, por un 32% de los españoles. Este dato confirma que las enormes desigualdades antes expuestas no se van a corregir en un futuro, pues la escuela, más que reducirlas, las amplifica.

La “Realidad Electoral” de nuestro país se parece cada vez más al decimonónico voto censitario: sólo votan quienes tienen cierta posición cultural o económica.  La diferencia con épocas pasadas es que ahora son minoría los excluidos de este derecho, y además, muchos de ellos tienen una sensación de provisionalidad, quizá retroalimentada por la prohibición de participar en la actividad pública. Todo lo cual hace difícil el nacimiento de un movimiento que reclame derechos políticos para esta importante parte de la población.

Pero  hay una última derivada más en este tema. La llegada de los inmigrantes a España ha empujado hacia arriba a los españoles que ocupaban la parte más baja de la Pirámide Social. Estos últimos fueron los principales beneficiarios de la extensión del Estado Social en los 80 (Vincenç Navarro), y por tanto, votantes fieles de opciones de izquierda. Ahora compiten por el trabajo con los inmigrantes, o simplemente los contratan (no he dicho explotan). Moraleja: la izquierda ha perdido una buena parte de su electorado, aunque la sociedad sigue teniendo el mismo nivel de pobres.

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