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sábado, 25 de febrero de 2012

Ideología travestida

Dice hoy el ministro Wert, siguiendo al pie de la letra el argumentario que esta mañana se ha distribuido entre los miembros del PP, que los problemas no se resuelven con manifestaciones. El gobierno, nos dicen desde Génova, está cogiendo por fin el toro por los cuernos y afrontando con responsabilidad los serios problemas que tiene España. Es decir, lo que esta gente nos viene a decir es que ellos son los que tiene una visión adecuada de la realidad, que a los males que sufre nuestro país solo se les puede hacer frente con medidas duras y realistas, y que todos los que no andamos en esa línea estamos, en el mejor de los casos, manipulados por esa hidra multiforme que la Izquierda (¿internacional?), y en el peor, buscamos derrocar al gobierno para instaurar de nuevo la Dictadura Zapaterista.

Pero lo que nos plantean como soluciones realistas, elaboradas por sabios economistas guiados por el Saber y el Amor a España, no es más que ideología liberal rancia y trasnochada (los principios de esta doctrina tienen más de 250 años). La liberalización de los mercados tiene tanto sentido como la erradicación de las campañas de vacunación. Ambas siguen la misma lógica: solo pueden sobrevivir los más dotados.

Pese a la pereza que da tener que repasar el preescolar de la Teoría Económica, debemos recordar que:

a) El principio de la “Mano Invisible” que enunció Adam Smith hace 250 años, según el cual de la búsqueda del beneficio particular redunda el de todos, es una superstición más como la de no pisar baldosas rojas o usar los mismos calzoncillos para hacer exámenes.


b) La función del Estado es la de proteger el Interés General de los privilegios de unos pocos.


c) Las medidas que empequeñezcan el Estado y potencien el mercado, tienen el mismo sentido que las que patrocinan la eliminación del alcantarillado público, la electricidad o los análisis de sangre: acercarnos a la Selva.


d) Ideas como el abaratamiento del despido o los recortes públicos en tiempos de recesión, son medidas procíclicas que tienden a deprimir más una economía, son profundamente ideológicas y no hay precedentes de que hayan funcionado.

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